Se acabó el cuento. José Botello, el abogado que construyó su imagen pública atacando a otros con el rótulo de “corruptos”, hoy está atrapado por sus propias palabras. Una videollamada filtrada lo muestra conversando con un comandante de un grupo armado ilegal. Intentó negar lo evidente, alegó manipulación, habló de montaje… pero esa estrategia duró lo que tardaron en aparecer las pruebas reales.
Porque lo que lo hunde no es solo el video: son los audios. Grabaciones claras, directas y demoledoras, que ya reposan en manos de los organismos de control. En ellos se escucha a Botello pedir dinero para asegurar un aval político. No hay edición. No hay sacadas de contexto. No hay margen para la duda. Es la prueba reina que desmonta por completo su discurso moralista.
El entramado es aún más grave. En las conversaciones aparece el nombre del empresario Arvey Duque, presidente de Coporindustrial y Refinorte, señalado de actuar como intermediario para negociar el aval que le permitiría a Botello aspirar al Congreso por la coalición ALMA / Cambio Radical, con el número 75. Política, plata y estructuras ilegales cruzadas en una misma mesa.
Aquí está el video. Pero son los audios los que lo condenan. Los que dejan claro que quien decía combatir la corrupción terminó practicándola, negociando con actores armados y usando denuncias como arma política contra sus rivales. Ya no es un escándalo mediático: es un caso en investigación. Y esta vez, las pruebas hablan solas
